Estos son los hábitos para mejorar la salud y envejecer bien.
Muchas personas asocian la idea de “envejecer bien” únicamente con mantener una buena alimentación y hacer ejercicio con cierta regularidad. Si bien estos dos pilares son fundamentales, no son los únicos que influyen en cómo envejece el cuerpo con el paso de los años. Existen pequeñas prácticas diarias—algunas tan habituales que pasan desapercibidas—que pueden acelerar el deterioro físico y cognitivo si no se ajustan a tiempo. Del mismo modo, una serie de cambios simples y consistentes pueden mejorar la calidad de vida, reforzar la salud y favorecer un envejecimiento más activo, autónomo y satisfactorio.
A continuación se desarrollan varios hábitos que, al modificarse, contribuyen significativamente al bienestar general.
1. No limitar la actividad física únicamente a caminar
Caminar es, sin duda, una de las formas más accesibles y seguras de mantenerse activo. Favorece la circulación, ayuda a regular la presión arterial, mejora el estado de ánimo y es un excelente punto de partida para quienes llevan una vida sedentaria. Sin embargo, confiar exclusivamente en esta actividad puede resultar insuficiente a largo plazo. El cuerpo necesita otros estímulos para conservar la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio, capacidades que tienden a disminuir naturalmente con la edad.
Para evitar esa pérdida progresiva, es importante alternar caminatas tradicionales con recorridos por superficies irregulares, actividades cotidianas que impliquen cierto esfuerzo—como la jardinería, la limpieza más intensa o cargar bolsas de compras—y ejercicios que fortalezcan distintos grupos musculares. El objetivo no es realizar rutinas extenuantes, sino incorporar movimientos variados que desafíen al cuerpo y mantengan activas funciones que se deterioran cuando no se usan. Pequeños cambios, practicados con frecuencia, pueden marcar una diferencia notable en la movilidad y la independencia a medida que pasan los años.
2. Mantener la mente activa sin caer en la repetición
Los juegos de lógica como los crucigramas o el sudoku suelen recomendarse para estimular el cerebro. No obstante, repetir exactamente los mismos desafíos cada día puede volverse contraproducente. Cuando una actividad deja de representar un reto, el cerebro entra en modo automático y ya no necesita generar nuevas conexiones neuronales para resolverla. En ese punto, aunque parezca un ejercicio mental, en realidad aporta poco al mantenimiento de la agilidad cognitiva.
Para conservar la plasticidad del cerebro, conviene alternar distintas tareas intelectuales: cambiar de tipo de juego, explorar hobbies que impliquen aprendizaje, resolver problemas de otra índole o dedicar tiempo a actividades artísticas. Practicar un instrumento, aprender un idioma, cocinar recetas nuevas, leer sobre temas poco familiares o incluso cambiar las rutas habituales al caminar son estímulos que obligan a procesar información novedosa. Esa variedad es clave para fortalecer la memoria, mejorar la concentración y retrasar el deterioro cognitivo.
3. Usar un calzado adecuado para proteger articulaciones y equilibrio
El calzado pasa muchas veces desapercibido en las conversaciones sobre salud, pero cumple un rol esencial en la prevención de lesiones y en la estabilidad corporal. Zapatos demasiado grandes, sin soporte, con puntas muy angostas, tacones altos o suelas resbaladizas pueden parecer cómodos en el corto plazo, pero con el tiempo aumentan el riesgo de caídas y afectan la alineación de las articulaciones.
Elegir un calzado adecuado no requiere grandes inversiones, sino prestar atención a ciertos aspectos básicos: que la punta sea ancha para permitir el movimiento natural de los dedos, que el tacón sea bajo, que la suela tenga buen agarre y que la planta del pie reciba el soporte adecuado. Estos detalles favorecen una pisada más firme y reducen la tensión en caderas, rodillas y espalda. A medida que se envejece, la estabilidad se vuelve un factor determinante para conservar autonomía y evitar accidentes que pueden tener consecuencias duraderas.
4. Regular el uso de auriculares y el volumen de la música
Escuchar música o podcasts es una costumbre cotidiana para millones de personas, especialmente cuando se desplazan, trabajan o hacen ejercicio. Sin embargo, el uso prolongado de auriculares a volúmenes elevados puede dañar progresivamente la audición. La pérdida auditiva suele ocurrir de manera silenciosa y gradual, por lo que muchas veces se detecta cuando ya hay deterioro.
Para cuidar el oído, se recomienda bajar unos niveles el volumen habitual, utilizar auriculares de mejor aislamiento para evitar subir el sonido en entornos ruidosos y alternar periodos de escucha con momentos de silencio. También es útil establecer pequeños descansos auditivos cada cierto tiempo. Estos hábitos permiten preservar la capacidad auditiva, que influye no solo en la calidad de vida sino también en la comunicación, la orientación espacial y la interacción social.
5. Incluir el cepillado de la lengua en la rutina de higiene bucal
El cuidado de la boca suele centrarse exclusivamente en los dientes, pero la lengua es un área donde se acumulan bacterias que pueden provocar mal aliento, enfermedades periodontales e incluso influir en el equilibrio del microbioma intestinal. Ignorar su limpieza permite que estas bacterias prosperen y generen problemas que afectan no solo la salud oral sino también la digestión y la salud sistémica.
Incorporar el cepillado de la lengua dentro de la rutina diaria es sencillo y no requiere productos especiales: puede realizarse con un cepillo convencional o con limpiadores específicos. Este pequeño paso ayuda a mantener un aliento más fresco, reduce la proliferación bacteriana y complementa el cuidado general de la boca.
Envejecer de forma saludable no depende de grandes esfuerzos ni de cambios radicales, sino de prestar atención a esas prácticas cotidianas que, con el tiempo, repercuten en el cuerpo y la mente. Variar la actividad física, estimular el cerebro de manera creativa, elegir un calzado apropiado, cuidar la audición y adoptar una higiene bucal más completa son acciones simples, accesibles y efectivas.
La clave está en la constancia y en el enfoque integral: no se trata solo de sumar años, sino de sumar bienestar, movilidad, claridad mental y calidad de vida. Adoptar estos hábitos hoy puede marcar una gran diferencia mañana.



