3 platos ligeros y sabrosos que conquistan el otoño
El otoño suele despertar antojos de comidas cálidas, de guisos lentos o platos al horno que reconfortan en los días más frescos. Sin embargo, también es una época perfecta para disfrutar de recetas más ligeras, donde los ingredientes de temporada siguen siendo los protagonistas, pero con preparaciones que no necesitan tanto tiempo ni calor. Esta selección propone tres platos que demuestran que la cocina otoñal puede ser tan fresca como sofisticada: un carpaccio de calabacín con parmesano, un ceviche de salmón con mango y un steak tartar de fuet con yema curada. Tres ideas que combinan sabor, textura y un toque creativo sin complicaciones.
El encanto de los platos fríos en otoño
Aunque el clima invite a encender el horno, hay momentos en que se agradece una comida liviana. Los platos fríos permiten aprovechar la frescura de los productos, conservar mejor sus nutrientes y crear combinaciones que despiertan los sentidos. En otoño, las frutas y verduras como el calabacín, el mango o las frambuesas aportan color y un contraste delicioso frente a sabores más intensos como el queso curado, el salmón o el fuet.
Estas recetas no solo resultan ideales para una cena ligera o un almuerzo rápido, sino que también pueden presentarse en reuniones informales o picoteos entre amigos. Cada una tiene un carácter distinto: el carpaccio de calabacín es delicado y refrescante, el ceviche aporta un toque exótico con su acidez y dulzura equilibrada, y el tartar de fuet ofrece una versión moderna del clásico plato de carne cruda.
Carpaccio de calabacín con parmesano y vinagreta de frambuesa
Ingredientes:
- 2 calabacines
- 50 g de queso parmesano en lascas
- Sal marina en escamas
- Pimienta negra recién molida
- Hojas de menta fresca
Para la vinagreta:
- 1 cucharada de mostaza de Dijon
- 1 cucharada de sirope de ágave
- 2 cucharadas de vinagre de frambuesas
- 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 8 frambuesas frescas
- Sal y pimienta al gusto
Preparación:
Lava bien los calabacines y córtalos en láminas finas con ayuda de una mandolina o un pelador. Colócalas en forma de espiral sobre un plato grande, solapando ligeramente cada rodaja. En un bol pequeño, mezcla los ingredientes de la vinagreta y tritura con un tenedor las frambuesas para liberar su jugo. Aliña el carpaccio justo antes de servir, añade el parmesano en lascas, unas hojas de menta y un toque de sal marina.
Este plato destaca por su equilibrio entre lo vegetal y lo ácido. El corte fino permite que el aliño penetre mejor y realce el sabor del calabacín sin necesidad de cocción. Es una muestra de cómo los platos fríos también pueden ser reconfortantes si se combinan ingredientes frescos con toques otoñales.
Ceviche de salmón con mango, pepino y lima
Ingredientes:
- 200 g de salmón fresco de calidad sashimi
- ½ cebolla morada pequeña, cortada en tiras finas
- ½ pepino en medias lunas
- ½ mango maduro cortado en cubos pequeños
- 70 g de edamame cocido
- Zumo de 2 limas
- Ralladura de 1 lima
- 2 cucharadas de aceite de oliva suave
- Sal y pimienta recién molida
- Hojas de cilantro fresco
Elaboración:
Corta el salmón bien frío en dados pequeños. Colócalo en un bol y cúbrelo con el zumo de lima y su ralladura. Deja marinar entre 10 y 15 minutos en la nevera para que el ácido “cocine” el pescado sin pasarse. Añade la cebolla, el pepino, el mango y el edamame. Mezcla con suavidad, aliña con el aceite de oliva y ajusta de sal y pimienta. Sirve el ceviche frío, decorando con hojas de cilantro y un poco más de ralladura de lima.
Consejo del chef: Puedes añadir unas huevas de salmón o trucha al final para aportar un toque salino y una textura que estalla en la boca.
El ceviche es una de las preparaciones más curiosas porque transforma el pescado sin usar fuego. El ácido de la lima altera las proteínas del salmón, dándole una textura firme y un sabor fresco. Además, al no usar calor, se conservan mejor las vitaminas y minerales. Esta técnica ancestral combina perfectamente con ingredientes dulces como el mango y el frescor vegetal del pepino, creando un plato colorido y lleno de energía.
Steak tartar de fuet con yema curada
Ingredientes:
- 150 g de fuet de buena calidad
- ¼ de cebolla morada bien picada
- 1 cucharada de alcaparras picadas
- 2 pepinillos encurtidos picados
- 1 cucharada de mostaza antigua
- ½ cucharada de salsa Perrins
- 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
- Pimienta negra recién molida
- Cebollino fresco picado
Para la yema curada:
- 4 yemas de huevo
- 100 g de sal fina
- 200 g de azúcar blanca
Preparación de la yema curada:
Mezcla la sal y el azúcar en un recipiente. Coloca la mitad en el fondo de un tupper y haz pequeños huecos para las yemas. Coloca una en cada hueco con cuidado y cúbrelas con el resto de la mezcla. Tapa con film y refrigera una hora. Luego, retíralas y límpialas con suavidad.
Preparación del tartar:
Quita la piel del fuet y pícalo en trocitos pequeños. En un bol, mézclalo con la cebolla, las alcaparras, los pepinillos, la mostaza, la salsa Perrins, el aceite y la pimienta. Remueve bien. Usa un aro de cocina para darle forma al tartar en el plato y coloca encima una yema curada. Espolvorea con cebollino y sirve frío.
Consejo del chef: No añadas sal, ya que la yema curada aporta el punto justo. Puedes acompañarlo con finas tostadas de pan.
Este plato demuestra que no es necesario recurrir a cortes de carne caros para disfrutar de un tartar sabroso. El fuet, con su sabor intenso, ofrece una versión original que combina lo rústico y lo elegante. La yema curada, por su parte, suma cremosidad y un matiz salino que equilibra el conjunto.
Estas tres recetas muestran que el otoño no se reduce a sopas o estofados. También puede ser ligero, fresco y colorido, sin renunciar al sabor ni a la sofisticación. Cada plato tiene su propio encanto: el carpaccio seduce por su sencillez vegetal, el ceviche aporta dinamismo con su mezcla cítrica y tropical, y el tartar sorprende con una reinterpretación de la tradición.
Con ingredientes frescos y técnicas simples, es posible disfrutar de una cocina otoñal diferente, donde la ligereza se combina con el placer de los buenos sabores. Porque el otoño no solo se saborea caliente: también puede servirse frío, elegante y delicioso.



