Capturan en Perú a un joven acusado de liderar un violento grupo narco con conexiones en Argentina

Un importante operativo internacional permitió la detención en Perú de Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido en el mundo delictivo como “Pequeño J”. El joven de 20 años fue arrestado al sur de Lima cuando intentaba escapar oculto en un camión que circulaba rumbo a la ciudad de Pucusana. La captura fue resultado de un trabajo conjunto entre la Policía Nacional del Perú y las fuerzas de seguridad de la provincia de Buenos Aires, que habían emitido una alerta internacional ante el riesgo de fuga.

El acusado estaba señalado como responsable de distintos delitos vinculados al narcotráfico, además de ser investigado por su posible participación en un caso de gran repercusión ocurrido en la localidad bonaerense de Florencio Varela. Según fuentes judiciales, existía un pedido de captura nacional e internacional desde el viernes pasado, momento en que se confirmó su identidad.

Las autoridades pudieron rastrear sus movimientos gracias al seguimiento de antenas de telefonía móvil. Cuando el camión en el que viajaba fue interceptado a la altura del kilómetro 70 de la ruta, los efectivos descubrieron que el joven se encontraba escondido en el interior del vehículo. Los investigadores sospechaban que buscaba reunirse con Matías Agustín Ozorio, considerado su mano derecha, quien ya había sido detenido horas antes.

La historia de “Pequeño J” está marcada por la violencia desde su infancia. Nació en La Libertad, Perú, y es hijo de Janhzen Valverde, un hombre con antecedentes en bandas criminales que murió en 2018 durante un ajuste de cuentas. La familia Valverde estuvo ligada a organizaciones delictivas como “Los Injertos de Nuevo Jerusalén”, grupo originado en asentamientos de la ciudad de Trujillo.

Su apodo comenzó a circular en el ambiente delictivo como una herencia de su padre, aunque rápidamente Tony construyó su propia reputación. Los investigadores lo describen como un joven sin límites, con gran capacidad de liderazgo en redes criminales y una violencia inusual para su edad. El entorno de “Pequeño J” lo presenta como alguien que comprendió desde temprano los códigos del narcotráfico, aunque sus métodos lo hicieron temido incluso por sus propios allegados.

Los antecedentes familiares también influyeron en su historia personal. Su padre, Janhzen Valverde, fue acusado en vida de episodios de violencia de género y de haber abandonado a sus hijos. Su muerte estuvo relacionada con la venganza de otro grupo delictivo, lo que desencadenó una espiral de enfrentamientos en la región. Según la investigación policial de aquel entonces, Wilder Lara Chávez, integrante de la banda “La Jauría”, fue quien ejecutó el crimen en represalia por la muerte de un familiar cercano.

Esa dinámica de violencia entre bandas dejó una marca en el joven Tony, que se incorporó rápidamente a círculos narcos. Con apenas 20 años, ya estaba en la mira de las fuerzas de seguridad argentinas y peruanas, que lo vinculaban con delitos graves.

Su arresto en Lima representa un paso importante para la cooperación entre países en la lucha contra el narcotráfico. Los investigadores esperan que su detención permita desarticular parte de la red criminal en la que operaba y avanzar en causas abiertas en la Argentina.

Aunque todavía resta definir su situación judicial, las autoridades ya analizan la posibilidad de que sea extraditado para rendir cuentas ante la Justicia bonaerense. Por ahora, “Pequeño J” permanece bajo custodia en Perú, mientras continúan las investigaciones que buscan esclarecer el alcance real de sus operaciones y sus vínculos con organizaciones delictivas en la región.

De esta manera, la caída de este joven acusado de ser líder de una red narco marca un nuevo capítulo en la lucha internacional contra el crimen organizado, y refuerza la idea de que la coordinación entre países puede ser determinante para enfrentar estas estructuras cada vez más complejas.