Cada cuánto tiempo hay que lavar las toallas, según los microbiólogos
Aunque muchas personas creen que las toallas de baño se mantienen limpias durante días, los expertos en microbiología advierten que esto está muy lejos de la realidad. Detrás de una apariencia fresca y esponjosa, estos tejidos pueden acumular miles de bacterias, hongos y células muertas, convirtiéndose en un verdadero foco de contaminación si no se lavan con la frecuencia adecuada.
Según diversos microbiólogos, las toallas deben lavarse con regularidad porque el ambiente húmedo y cálido del baño favorece el crecimiento de microorganismos. Cada vez que una persona se seca, transfiere a la tela restos de sudor, aceites corporales y bacterias presentes en la piel. Si la toalla no se seca completamente entre usos, estas bacterias comienzan a multiplicarse en pocas horas.
El microbiólogo Charles Gerba, conocido por sus estudios sobre higiene doméstica, ha señalado que una toalla usada durante varios días puede contener más E. coli que un asiento de inodoro. Aunque esta afirmación pueda parecer exagerada, sirve para ilustrar el nivel de contaminación que pueden alcanzar estos objetos cotidianos cuando no se lavan con la frecuencia adecuada.
De acuerdo con especialistas en higiene y microbiología, la recomendación general es lavar las toallas de baño cada tres o cinco usos, como máximo. Esto significa que, en condiciones normales, deberían colocarse en la lavadora una vez por semana. Sin embargo, si el baño es muy húmedo, si la toalla no se seca completamente o si varias personas comparten la misma, lo más prudente es lavarla cada dos o tres días.
En el caso de las toallas de manos, el lavado debería ser aún más frecuente. Al estar en constante contacto con distintas personas y superficies, se contaminan con mayor facilidad. Lo ideal es cambiarlas cada dos días, o incluso a diario si se trata de un baño muy concurrido.
Las personas con piel sensible, acné o heridas también deben tener especial cuidado. Los microbiólogos advierten que reutilizar una toalla varias veces en estas condiciones puede provocar infecciones o irritaciones, por lo que recomiendan lavarlas después de cada uso.
Además de la frecuencia, la forma de lavado también es clave. Los expertos aconsejan lavar las toallas con agua caliente para eliminar microorganismos y utilizar un detergente antibacteriano o con poder blanqueador. Tampoco se debe sobrecargar la lavadora, ya que las toallas necesitan espacio para moverse libremente y limpiarse por completo.
Después del lavado, es importante secarlas completamente. Las toallas húmedas o mal ventiladas favorecen el crecimiento de moho y bacterias. Por eso, siempre se deben colgar estiradas en un lugar bien aireado y evitar dejarlas amontonadas o dentro del baño cerrado.
Otro consejo de los microbiólogos es reemplazar las toallas viejas cada cierto tiempo. Con el uso y los lavados repetidos, las fibras se desgastan y pierden su capacidad para secarse bien, lo que facilita la acumulación de humedad y bacterias.
En resumen, aunque muchas personas crean que pueden usar una toalla durante una semana o más, la ciencia indica que esto no es lo más higiénico. La frecuencia ideal depende de las condiciones de uso, pero los expertos coinciden en que lo recomendable es lavarlas al menos una vez por semana, o incluso con mayor frecuencia si el ambiente es húmedo o si la piel del usuario es sensible.
Mantener una rutina de limpieza adecuada no solo ayuda a conservar las toallas frescas y suaves, sino que también protege la salud de la piel, previene malos olores y reduce la presencia de gérmenes en el hogar. En definitiva, una toalla limpia no solo seca: también cuida.
