Causas y soluciones del “colgajo de cesárea”: por qué aparece y cómo puede abordarse

Tras atravesar una cesárea, muchas mujeres notan que, con el paso de las semanas, se forma un pequeño pliegue de piel justo encima de la cicatriz. Aunque suele generar inquietud o incomodidad estética, este fenómeno —popularmente conocido como “colgajo de cesárea”— es una consecuencia frecuente del embarazo y del proceso quirúrgico, y no representa un riesgo directo para la salud. Sin embargo, entender sus causas ayuda a elegir estrategias adecuadas para mejorar su apariencia y reducir posibles molestias.

El llamado colgajo se forma cuando la piel y los tejidos del abdomen se adaptan a una nueva estructura después de la intervención quirúrgica. Durante una cesárea, se realizan cortes a través de distintas capas del abdomen, y al cicatrizar, cada una de ellas puede retraerse de manera particular. Esto provoca que la piel situada por encima de la incisión adopte una caída natural hacia adelante, creando ese pliegue visible. Aunque no es un problema médico por sí solo, puede influir en la comodidad diaria, especialmente al usar ropa ajustada o al realizar ciertos movimientos.

La aparición de este pliegue responde a diversos factores que se combinan entre sí. Uno de ellos son los cambios que experimenta la piel durante el embarazo. A lo largo de nueve meses, tanto la epidermis como el tejido subcutáneo se estiran para dar espacio al crecimiento del bebé. Tras el parto, no siempre recuperan su tensión inicial, lo que favorece que se formen pequeños excedentes de piel en la zona baja del abdomen.

Otro motivo habitual es la acumulación de grasa abdominal, que puede intensificarse después de las variaciones hormonales propias del embarazo. La parte inferior del abdomen es una región donde el cuerpo tiende de manera natural a almacenar tejido graso, y esto puede acentuar el volumen del pliegue.

A su vez, la cicatrización interna después de la cirugía contribuye al efecto. Cuando las capas profundas del abdomen se están reparando, pueden generarse retracciones o adherencias internas que modifican la forma en que cae la piel. Esto no implica una complicación, pero sí influye en la apariencia externa.

También interviene la retención de líquidos, común en los primeros meses del posparto. La inflamación del abdomen puede hacer que el pliegue se vea más marcado, aunque con el tiempo, a medida que la hinchazón disminuye, el aspecto suele mejorar de manera natural.

Los factores genéticos completan el panorama. Características como la elasticidad cutánea, la forma del cuerpo o la tendencia a desarrollar piel laxa influyen en que este “colgajo” sea más o menos evidente.

A pesar de su frecuencia, existen alternativas para atenuarlo. Una de las más recomendadas es mantener una alimentación equilibrada y una rutina de actividad física adaptada al posparto, siempre con supervisión profesional. Ejercicios de bajo impacto, caminatas y prácticas que activen los músculos profundos pueden contribuir a mejorar la tonicidad del abdomen.

El fortalecimiento del core, especialmente a través de ejercicios enfocados en el suelo pélvico y en el músculo transverso del abdomen, ayuda a que la zona recupere firmeza de manera progresiva. Por otro lado, los cuidados de la cicatriz también juegan un papel importante. Masajes suaves —realizados únicamente cuando el profesional lo autorice— ayudan a mejorar la movilidad de los tejidos y a reducir tensiones internas.

Existen además tratamientos estéticos no invasivos, como la radiofrecuencia o las terapias de firmeza cutánea, que pueden complementar los hábitos saludables y ofrecer mejoras visibles con el tiempo. Aunque no sustituyen una rutina integral, pueden convertirse en una herramienta útil dependiendo de cada caso.

En situaciones en las que el pliegue es muy pronunciado o cuando existen alteraciones internas que no pueden corregirse con métodos conservadores, un especialista en cirugía reparadora puede orientar sobre opciones más avanzadas para restaurar la zona.

Si el colgajo genera molestias, irritación, dolor o afecta la calidad de vida, es recomendable realizar una consulta médica. Lo mismo sucede si se evalúa iniciar cualquier procedimiento estético o quirúrgico. Cada organismo tiene un proceso de recuperación distinto, y recibir orientación profesional permite elegir el camino más adecuado para cada paciente.