La parte blanca de la naranja que muchos desechan y que en realidad es muy beneficiosa para la salud

Cuando se piensa en una naranja, lo primero que viene a la mente es su jugo refrescante, su pulpa dulce o ácida y la gran cantidad de vitamina C que la ha convertido en una de las frutas más consumidas del mundo. Sin embargo, hay un detalle que la mayoría de las personas pasa por alto: la parte blanca que rodea los gajos, a menudo retirada por considerarse molesta o amarga. Lo que pocos saben es que este tejido tiene nombre y que los especialistas en nutrición recomiendan no desecharlo.

La zona blanquecina que se encuentra entre la piel y la pulpa recibe el nombre de albedo. Forma parte de la corteza interna del cítrico y actúa como un “colchón” natural que protege a los gajos. Muchas personas suelen retirarlo porque aporta un sabor menos agradable al paladar, pero en realidad el albedo es una de las partes más nutritivas de la fruta.

Los expertos en salud coinciden en que consumir el albedo puede aportar grandes beneficios. Su riqueza se debe a la concentración de fibra, antioxidantes y flavonoides, compuestos que desempeñan un papel esencial en la prevención de enfermedades. A diferencia del jugo, que es dulce y rápido de digerir, esta parte blanca contiene elementos que ayudan a regular funciones más complejas en el organismo.

Uno de los aportes principales del albedo es la fibra dietética. Este componente contribuye al buen funcionamiento del sistema digestivo, favoreciendo la sensación de saciedad y evitando problemas de tránsito intestinal como el estreñimiento. Además, la fibra ayuda a controlar los niveles de colesterol en sangre y mantiene estables los niveles de glucosa, lo que puede resultar beneficioso para quienes buscan prevenir la diabetes tipo 2.

Otro aspecto relevante es la presencia de flavonoides, sustancias de origen vegetal con un potente efecto antioxidante. Entre ellos destaca la hesperidina, un compuesto abundante en los cítricos que se asocia con la reducción de la presión arterial y la mejora de la circulación sanguínea. Estos elementos también protegen a las células frente al daño oxidativo, un proceso que, cuando no se controla, puede acelerar el envejecimiento y favorecer la aparición de enfermedades crónicas.

El albedo también contiene pequeñas cantidades de vitamina C, aunque no tan concentrada como en la pulpa, y calcio, un mineral clave para la salud ósea. Su consumo regular puede fortalecer el sistema inmunológico y contribuir al mantenimiento de dientes y huesos fuertes.

Por estas razones, los nutricionistas aconsejan no retirar completamente la parte blanca al momento de comer la naranja. Aunque no resulte tan agradable al gusto como la pulpa jugosa, incorporarlo a la dieta es una manera sencilla de aprovechar todo el potencial nutritivo de la fruta. Incluso, en preparaciones como licuados o batidos, el albedo pasa casi desapercibido en sabor, pero ofrece un refuerzo saludable.

En un contexto donde la alimentación saludable cobra cada vez mayor importancia, recuperar el valor de elementos que antes eran considerados “desechos” resulta fundamental. La naranja, más allá de ser una fuente reconocida de vitamina C, demuestra que cada una de sus partes puede tener un rol importante en la nutrición.

En conclusión, el albedo, esa capa blanca que muchos se apresuran a quitar, esconde un tesoro de compuestos beneficiosos para la salud. Comerlo junto con la pulpa no solo multiplica los efectos positivos de la fruta, sino que también permite aprovecharla de manera más completa. Así, lo que para algunos es un simple estorbo en realidad puede convertirse en un aliado natural para cuidar el bienestar diario.