Los 12 rincones imprescindibles de la costa vasca

El litoral vasco es una sucesión de paisajes donde el mar Cantábrico se expresa con fuerza y carácter. A lo largo de sus acantilados, playas abiertas al océano, villas pesqueras y senderos que recorren montes cubiertos de verde, el viajero descubre una mezcla perfecta de naturaleza, historia y cultura. Desde las grandes ciudades hasta los pequeños pueblos, cada parada es una invitación a contemplar miradores que cortan la respiración, seguir rutas entre aromas de salitre y vegetación atlántica y dejarse cautivar por una gastronomía que forma parte esencial de la experiencia. Recorrer esta costa es entender la estrecha relación que los vascos mantienen con el mar, una herencia que se refleja en su vida diaria, en sus festividades y en la personalidad de cada enclave costero.

Zumaia y los flysch

La localidad de Zumaia, situada en la desembocadura del Urola, guarda uno de los tesoros naturales más impresionantes del norte de España. Desde la ermita de San Telmo, que se asoma a la playa de Itzurun y se hizo conocida por aparecer en el cine, se obtiene una vista inigualable de los acantilados. Allí comienza un recorrido donde los flysch —capas de roca moldeadas por millones de años de erosión marina— narran la historia geológica del planeta. El tramo entre Zumaia y Deba está considerado un auténtico museo al aire libre, un paisaje en el que la naturaleza ha esculpido formaciones tan espectaculares como frágiles. Pasear por estos senderos, sobre todo durante las horas de marea baja, permite admirar de cerca sus curiosas estructuras y sentir el poder del Cantábrico golpeando sin descanso.

Pasajes de San Juan

A pocos kilómetros de San Sebastián se esconde uno de los pueblos marineros más pintorescos de la costa: Pasai Donibane, conocido también como Pasajes de San Juan. Llegar hasta él siguiendo el sendero que arranca en la playa de Zurriola y asciende por el monte Ulía es una de las mejores formas de disfrutar de las vistas de la bahía donostiarra. A lo largo de 7,4 kilómetros se atraviesan miradores naturales, el faro de la Plata y un tramo del Camino de Santiago del Norte antes de alcanzar Pasai San Pedro. Desde allí una pequeña barca cruza la bocana hasta Donibane, cuyas casas colgadas sobre el agua, callejuelas angostas y animada plaza de Santiago invitan a detenerse, disfrutar de un vino y observar la vida del puerto.

Playa de Laga

En uno de los extremos de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la playa de Laga se abre al océano como un arenal salvaje donde surfistas y bañistas encuentran un entorno privilegiado. Sus aguas, a menudo agitadas, chocan contra los acantilados calcáreos que superan los 200 metros de altura y que forman un paisaje abrupto e imponente. Es una playa ventosa, de arena fina y blanca, cuyos tonos varían según la luz del día. La panorámica más impresionante se obtiene desde el mirador del cabo Ogoño, que permite contemplar el contraste entre el verde del monte y el azul profundo del Cantábrico. Para quienes buscan naturaleza en estado puro, Laga es una de las paradas obligatorias del litoral vizcaíno.

San Juan de Gaztelugatxe

Pocos lugares son tan reconocibles en la costa vasca como la ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Situada sobre un peñasco unido a tierra firme por un estrecho istmo, su silueta se eleva entre Bakio y Bermeo como un santuario marino. La tradición cuenta que San Juan el Bautista llegó hasta allí y que para visitarlo hay que ascender sus 241 escalones, un camino serpenteante que recompensa con una vista inolvidable del Cantábrico. Aunque la imagen más icónica se obtiene desde el mirador sobre el acantilado, una excursión en barco desde Bermeo permite observar su perfil desde el mar y comprender mejor la magnitud de este enclave, especialmente al atardecer, cuando la luz envuelve la roca en tonos dorados.

Hondarribia y la bahía de Txingudi

En la frontera con Francia se encuentra Hondarribia, uno de los pueblos más atractivos de Gipuzkoa. Su paseo marítimo es el punto de partida ideal para descubrir el barrio de la Marina, una zona de casas de colores con balcones de madera que concentra algunos de los mejores bares de pintxos. Desde allí se asciende hasta el casco antiguo amurallado, donde las empedradas calles medievales llevan a la iglesia, al castillo de Carlos V —hoy Parador— y a varios palacios que recuerdan su histórico papel fronterizo. Desde lo alto se contempla la bahía de Txingudi, que conecta la playa de Hondarribia con la de Hendaya mediante un barquito que cruza de orilla a orilla. Para los amantes del senderismo, el monte Jaizkibel ofrece rutas con espectaculares vistas al mar.

Getaria

El pequeño pueblo de Getaria se extiende sobre una península con forma de ratón que protege su puerto y sus barrios antiguos. Su entorno combina playas familiares como Malkorbe y calas abiertas como Gaztetape, donde el mar marca el ritmo de la vida local. El casco histórico conserva casas medievales y rincones como la iglesia de San Salvador, la torre de los Zarautz o el pasadizo de Cataprona, que recuerdan su pasado marinero y comercial. Getaria también es conocida por ser la cuna de Cristóbal Balenciaga, cuyo museo —situado en un edificio vanguardista unido al Palacio Aldamar— se ha convertido en una referencia para los amantes de la moda. Desde el puerto parte un paseo costero que bordea los acantilados y ofrece vistas privilegiadas del Cantábrico.

Playas de Sopelana

A solo unos minutos de Bilbao y accesibles en metro, las playas de Arrietara y Atxabiribil forman uno de los arenales más extensos de la provincia. Rodeadas de acantilados y muy apreciadas por surfistas de todos los niveles, estas playas combinan espacios para aprender, zonas tranquilas para caminar y áreas donde observar los flysch que aparecen en sus rocas. La amplitud del paisaje, la luz que cambia a lo largo del día y el ambiente relajado convierten a Sopelana en un punto de encuentro para quienes buscan mar sin alejarse de la ciudad.

Mutriku

En la comarca del Bajo Deva se encuentra Mutriku, el último municipio de la costa guipuzcoana en dirección oeste. Sus calles estrechas descienden hacia el puerto y conservan el encanto de un pueblo que siempre vivió de cara al mar. La playa de Saturrarán, situada muy cerca, es uno de los rincones más singulares de la zona, rodeada de montañas que crean un paisaje casi cerrado. Mutriku cuenta además con edificios destacados como la iglesia de la Asunción, varios palacios barrocos o la torre medieval de Berriatúa, que ayudan a entender su rica historia.

San Sebastián

Considerada una de las ciudades más bellas del mundo, San Sebastián combina naturaleza, arquitectura y vida cultural en un equilibrio difícil de igualar. La bahía de La Concha, con la isla de Santa Clara justo en el centro, es su imagen más célebre, enmarcada por los montes Igeldo, Urgull y Ulía. Sus playas —Ondarreta, La Concha y Zurriola— ofrecen ambientes distintos para familias, deportistas o surfistas. El casco viejo invita al txikiteo entre bares y plazas animadas, mientras que el Ensanche aporta elegancia y dinamismo. Su gastronomía, reconocida internacionalmente, se suma a un calendario cultural vibrante que confirma el atractivo permanente de la ciudad.

Reserva de Urdaibai

Urdaibai es uno de los espacios naturales más valiosos del País Vasco y un paraíso para las aves migratorias. La diversidad de paisajes, que combina marismas, acantilados, playas y bosques, convierte esta reserva en un territorio único. El río Oka recorre el corazón del espacio natural hasta transformarse en ría al llegar a Mundaka, creando un ecosistema donde conviven infinidad de especies. Laida y Laga son algunas de las playas más destacadas, mientras que el peñón de Ogoño o la ermita de San Pedro de Atxarre proporcionan miradores extraordinarios. Bermeo, Elantxobe y Mundaka aportan el toque humano, con puertos coloridos y tradiciones marineras.

Puente de Bizkaia

Construido a finales del siglo XIX, el Puente de Bizkaia une los municipios de Getxo y Portugalete y está considerado la primera estructura transbordadora del mundo. Su barquilla continúa transportando peatones y vehículos sobre la ría de Bilbao, una experiencia singular que dura poco más de un minuto. Sin embargo, quienes buscan una vista panorámica pueden subir a la pasarela situada a 45 metros de altura, un recorrido que permite apreciar la magnitud de este icono industrial. Para los más intrépidos existen actividades como escalada o saltos atados, que ofrecen una perspectiva completamente diferente del puente.

Lekeitio

El recorrido por la costa vasca puede terminar en Lekeitio, un pueblo pesquero lleno de encanto y perfecto para disfrutar del mar. Sus playas —Isuntza, Karraspio y La Salvaje— ofrecen opciones diversas, ya sea para bañarse, caminar o contemplar el entorno natural que las rodea. El casco antiguo conserva palacios y la basílica de la Asunción de Santa María, una joya del gótico vasco. El ambiente veraniego, el faro de la Tala y la cercana isla de San Nicolás, accesible a pie durante la bajamar, completan un destino que combina tradición marinera y belleza natural.

La costa vasca, con sus doce rincones imprescindibles, invita a descubrir un paisaje vibrante donde el mar y la cultura forman un vínculo inseparable. Cada visita, cada sendero y cada puerto revelan una faceta distinta de un territorio que sorprende por su diversidad y su fuerza natural.