Palacios de Buenos Aires que podés visitar gratis

Buenos Aires es una ciudad con una arquitectura vibrante y ecléctica. Caminar por sus calles es descubrir estilos que van desde el colonial hasta el brutalismo moderno, pero hay ciertos edificios que detienen el paso de cualquiera: los palacios. Estas joyas arquitectónicas, testigos silenciosos de la historia del país, muchas veces están ocultas a simple vista entre estructuras contemporáneas, pero cuando se revelan, son imposibles de ignorar.

Lo mejor es que, a diferencia de lo que uno podría imaginar, no hace falta gastar una fortuna para conocer el interior de varios de ellos. Algunos abren sus puertas al público de manera gratuita, permitiendo no solo admirar su arquitectura desde adentro, sino también empaparse de historia, arte y cultura. A continuación, te contamos sobre cuatro palacios imperdibles que podés visitar gratis en la ciudad y cómo hacerlo.

1. Palacio de las Aguas Corrientes – Riobamba 750, barrio de Balvanera

Quizás uno de los edificios más singulares de la ciudad, el Palacio de las Aguas Corrientes no es solo una pieza arquitectónica deslumbrante, sino también una proeza de ingeniería de fines del siglo XIX. Inaugurado en 1894, fue diseñado con una finalidad muy particular: albergar un gigantesco tanque de agua que abastecería a gran parte de la ciudad. Pero la función técnica no impidió que se pensara también en la estética.

Su fachada parece sacada de un cuento de hadas europeo. Está recubierta con más de 130 mil ladrillos esmaltados y 300 mil piezas de cerámica traídas especialmente desde Bélgica e Inglaterra. La riqueza ornamental sorprende por la cantidad de detalles: columnas, frisos, escudos, vitrales y molduras que se conservan impecables.

En su interior, hoy funciona el Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, donde se pueden recorrer instalaciones originales, maquinarias antiguas y una muestra sobre la evolución de los servicios sanitarios en el país. También se encuentra allí la Biblioteca Ing. Agustín González, especializada en ingeniería y arquitectura.

Horario de visita: con reserva previa, de lunes a viernes en dos turnos: de 9 a 13 y de 14 a 16 hs. La entrada es gratuita, pero los cupos son limitados.

2. Palacio Duhau – Avenida Alvear 1661, barrio de Recoleta

Sobre la elegante Avenida Alvear se alzan varias construcciones señoriales, pero pocas tan majestuosas como el Palacio Duhau. Su diseño se inspira en los castillos franceses del siglo XIX y está basado específicamente en el Château du Marais, una residencia ubicada cerca de París. Construido en la década de 1930 para la familia Duhau —una de las más importantes familias de estancieros del país— el edificio se mantuvo como residencia privada durante varias décadas.

Hoy el Palacio Duhau forma parte del hotel de lujo Park Hyatt Buenos Aires, uno de los más exclusivos de la ciudad. Aunque el acceso a las habitaciones está reservado a los huéspedes, el público general puede ingresar a ciertos sectores, como los jardines, el bar y el restaurante.

Una excelente excusa para conocer el lugar es asistir al tradicional té de las cinco, una experiencia que incluye una elegante selección de infusiones, pastelería fina y bocaditos salados preparados por la reconocida chef pastelera Paula Maroni. El entorno es inigualable: salones decorados con obras de arte, techos altos, arañas de cristal y ventanales que dan al jardín.

Horario del servicio de té: todos los días de 16:00 a 18:30 hs. No tiene costo de entrada, solo se abona el consumo.

3. Palacio San Martín – Arenales 761, barrio de Retiro

Ubicado a metros de la Plaza San Martín, este imponente edificio de estilo neorrenacentista francés es una parada obligada para los amantes de la historia y la arquitectura. Construido a principios del siglo XX para la familia Anchorena, el Palacio fue posteriormente adquirido por el Estado y desde 1936 es sede ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación.

Más allá de su función oficial, el edificio está abierto al público a través de visitas guiadas gratuitas organizadas por la Dirección de Asuntos Culturales. Estos recorridos permiten conocer salones de recepción, el famoso “piano nobile” (planta noble), el Patio de Honor, escalinatas monumentales y una de las colecciones más importantes de arte precolombino en Argentina.

Además de ser una lección de historia viva, el recorrido sorprende por la riqueza de su ornamentación interior: mármoles, tapices, vitrales, mobiliario de época y obras de arte de valor incalculable.

Duración de la visita: aproximadamente 1 hora y 15 minutos. Se requiere inscripción previa a través de su sitio web o redes oficiales. Las visitas son gratuitas y suelen realizarse en fechas y horarios determinados.

4. Palacio Errázuriz – Avenida del Libertador 1902, barrio de Palermo

En pleno corazón de Palermo, entre parques y museos, se encuentra una de las residencias más elegantes de la ciudad: el Palacio Errázuriz. Fue construido en 1911 para la familia Errázuriz Alvear, y su diseño responde al estilo francés de la Belle Époque, con interiores tan refinados como su fachada.

Hoy, este palacio alberga al Museo Nacional de Arte Decorativo, una joya cultural que combina arquitectura, arte y diseño. Sus salas están ambientadas como verdaderos salones de época, con mobiliario original, tapices, relojes antiguos, porcelanas, esculturas, pinturas y objetos de arte de Europa y Asia.

El museo también incluye el Museo de Arte Oriental y es sede de instituciones como la Academia Nacional de Bellas Artes y la Academia Argentina de Letras. Es el único palacio de su tipo abierto de forma regular al público general, lo que lo convierte en una oportunidad única para apreciar no solo su arquitectura, sino también su valioso patrimonio artístico.

Horario de visitas: de miércoles a sábados, a las 16 hs. El ingreso es libre y gratuito, aunque en ciertas ocasiones se realizan visitas especiales con inscripción previa.

Los palacios de Buenos Aires son mucho más que construcciones imponentes: son fragmentos vivos del pasado que dialogan con el presente. Caminar por sus pasillos, observar sus detalles, respirar su historia y comprender su valor simbólico es una experiencia que enriquece y sorprende.

Y lo más valioso: no hace falta ser turista, ni gastar dinero, ni hacer planes complicados para vivir esta experiencia. Solo basta con agendar una visita, animarse a entrar y dejarse llevar por la belleza y la historia que encierran estos edificios.

Así que la próxima vez que pases frente a uno de estos palacios y te tiente la curiosidad de saber qué hay detrás de esas puertas monumentales, recordá que probablemente podés cruzarlas sin pagar un peso. ¿Cuál vas a visitar primero?