¿Qué plantar en tu huerto doméstico en verano?

El verano es una de las estaciones más propicias para dedicar tiempo al cuidado del huerto. Las jornadas más largas, el buen clima y, en muchos casos, una mayor disponibilidad de tiempo libre, hacen que cultivar en esta época del año sea especialmente gratificante. Para quienes tienen hijos, el receso escolar es una excelente oportunidad para involucrarlos en las tareas de jardinería, enseñándoles a cuidar plantas y a valorar el proceso de cultivo. También es una época favorable para quienes disfrutan de jornada intensiva o vacaciones, ya que pueden dedicarle más atención al huerto.

Sin embargo, el calor intenso, la mayor evaporación del agua y la aparición de plagas pueden poner en riesgo el desarrollo adecuado de frutas, hortalizas y plantas aromáticas. Por eso, es fundamental conocer qué especies se adaptan mejor al clima estival, cómo organizar la siembra por meses y qué cuidados implementar para evitar el estrés hídrico en el huerto. A continuación, te ofrecemos una guía práctica con cultivos ideales para el verano y consejos para mantener tu huerto saludable y productivo.

Un huerto equilibrado: entre hortalizas y aromáticas

Una propuesta atractiva es la que sugiere el paisajista Fernando Nájera, quien recomienda combinar cultivos clásicos del huerto como tomates, pimientos, fresas y cebollas, con aromáticas como melisa, orégano, tomillo, hierbabuena, salvia y romero. Esta combinación no solo embellece el espacio con diferentes colores y aromas, sino que también favorece la biodiversidad y puede ayudar a repeler plagas de forma natural.

El agua, un recurso valioso: consejos para ahorrar y aprovechar mejor el riego

Antes de lanzarte a plantar, es importante tener en cuenta una cuestión esencial: el agua. En pleno verano, el consumo de agua del huerto puede dispararse, pero no tiene por qué ser así si aplicas algunas estrategias ecológicas y sostenibles. Para empezar, utiliza acolchado (mulching), es decir, una cobertura sobre la tierra que puede estar hecha de paja, corteza de árbol, hojas secas o incluso cartón. Este sencillo método reduce la evaporación, mantiene la humedad y además impide que proliferen las malas hierbas.

Otro punto clave es la fertilización. Un sustrato bien abonado mejora la retención de agua y favorece un crecimiento más saludable de las plantas. Puedes enriquecer la tierra con compost casero o humus de lombriz, dos opciones naturales muy eficaces. Además, si tienes posibilidad, instalar un colector de agua de lluvia te permitirá almacenar este recurso para reutilizarlo en el riego. Los modelos más eficaces suelen ser los subterráneos, que tienen mayor capacidad y se mantienen frescos.

En cuanto al momento del riego, lo más recomendable es hacerlo durante las horas más frescas del día. Riega al amanecer, antes de las 8 de la mañana, o bien al atardecer, después de las 8 de la noche. De este modo, reducirás la evaporación y las plantas podrán aprovechar mejor el agua.

Hortalizas resistentes: tus mejores aliadas para el verano

Aunque muchas especies pueden verse afectadas por las altas temperaturas, hay un grupo de plantas que se adaptan con facilidad a distintas condiciones climáticas. Estas “todoterreno” pueden sembrarse prácticamente durante todo el año y son especialmente agradecidas en verano si se cuidan bien. Algunas de ellas son la zanahoria, la lechuga, la espinaca, la acelga, el puerro, el perejil y los rabanitos. Todas crecen bien en climas templados a cálidos y no requieren cuidados excesivos.

Es importante mencionar que no todos los cultivos soportan cualquier clima. Por ejemplo, el pepino necesita temperaturas cálidas, pero no es apto para sembrarse durante todo el año en regiones frías. En cambio, en zonas de clima cálido, sí es posible cultivarlo durante gran parte del año.

Qué sembrar en julio: mes de crecimiento acelerado

Julio es un mes en el que el huerto experimenta un crecimiento rápido, aunque también requiere más cuidados. La principal tarea consiste en conservar la humedad del suelo, aplicando las técnicas antes mencionadas, y estar atentos a la aparición de plagas, muy frecuentes en esta época.

Este mes es ideal para plantar hortalizas de desarrollo veloz como los rábanos, las remolachas, la rúcula y las lechugas. También es el momento adecuado para sembrar judías verdes, una leguminosa que se planta desde primavera y que aún admite siembra hasta mediados del verano, siempre que no haya riesgo de heladas.

Agosto: calor extremo, pero con oportunidades

Aunque agosto es el mes más caluroso del año, no significa que el huerto deba detenerse. Existen variedades que toleran bien el calor intenso y que se adaptan a las condiciones estivales. Eso sí, este mes exige una mayor vigilancia frente a las plagas y un aumento en la frecuencia del riego.

Entre las opciones más resistentes para agosto se encuentran los berros, las coles, el apio, el brócoli y, una vez más, la inagotable lechuga. Los tomates también pueden sembrarse, aunque es recomendable proporcionarles cierta protección del sol directo mediante mallas de sombreo o ubicándolos en zonas parcialmente sombreadas.

Si prefieres cultivar frutas, este mes es perfecto para apostar por los frutos rojos como fresas, frambuesas o moras. Estas frutas no solo se desarrollan bien con calor, sino que además requieren cuidados mínimos y ofrecen cosechas deliciosas.

Septiembre: entre el verano y el otoño

El final del verano coincide con el inicio del otoño, lo que da lugar a una nueva ventana de siembra. Las temperaturas comienzan a suavizarse y las noches se alargan, por lo que es importante proteger semilleros y cultivos jóvenes de posibles descensos de temperatura.

Durante septiembre puedes sembrar muchas hortalizas típicas de otoño como espinacas, rúcula, apio o guisantes. También es un buen momento para plantar hierbas aromáticas como el perejil o el cilantro, que resisten bien los cambios de estación y aportan frescor a tus recetas.

Preparar el terreno para los cultivos de otoño

Al terminar el verano, el sustrato puede haber quedado empobrecido debido al alto rendimiento de las hortalizas estivales. Cultivos como el tomate, el pimiento o el pepino suelen absorber gran cantidad de nutrientes, por lo que resulta esencial enriquecer nuevamente el suelo antes de sembrar las especies otoñales.

En este punto, el abono juega un papel crucial. Puedes incorporar humus de lombriz, compost casero o estiércol bien descompuesto para mejorar la fertilidad del terreno. Esto permitirá que los nuevos cultivos crezcan fuertes y saludables desde el principio.

 

Si has planificado correctamente tu huerto y has plantado con antelación, durante el verano podrás disfrutar de una cosecha abundante. Entre los alimentos que puedes recoger en estos meses destacan las zanahorias, ricas en fibra; las espinacas, fuente de calcio, hierro y magnesio; los calabacines, muy ligeros y bajos en calorías; y las cebollas, con alto contenido en vitaminas y minerales. También llegarán los tomates, jugosos y sabrosos, y frutas como las peras, melones y sandías, perfectas para refrescarse en los días más calurosos.

La recolección es uno de los momentos más gratificantes del proceso. No solo por el sabor de los alimentos cultivados en casa, sino también por la satisfacción de haberlos cuidado desde la semilla hasta el plato.


El verano ofrece múltiples oportunidades para quienes quieren iniciarse o seguir avanzando en el mundo del huerto doméstico. Con la elección adecuada de cultivos y unos cuantos cuidados básicos, puedes convertir tu terraza, jardín o balcón en un espacio productivo, sostenible y lleno de vida. Ya sea con hortalizas resistentes, frutas jugosas o aromáticas que perfumen tu cocina, cultivar en verano es una experiencia enriquecedora que conecta con la naturaleza y mejora la calidad de vida.