¿Qués especies son incompatibles en tu jardín?
La jardinería no solo consiste en plantar y regar. Una de las claves más importantes, y a menudo olvidadas, es saber qué especies pueden convivir y cuáles no. Así como hay plantas que se benefician mutuamente, también existen combinaciones que resultan perjudiciales. Esta incompatibilidad puede deberse a distintos factores, como la competencia por recursos —luz solar, agua, espacio o nutrientes— o incluso a la producción de sustancias químicas por parte de ciertas especies que afectan negativamente a otras. El ingeniero agrícola y experto en jardinería Diego Olivares, autor del libro Manual para amar (y no matar) tus plantas, analiza este tema desde su experiencia y lo comparte también en redes sociales bajo el nombre @loco_plantas.
¿Son un problema las plantas invasoras?
La cuestión de las especies invasoras genera debate en el ámbito botánico. Algunas corrientes naturalistas defienden que ninguna planta es “mala”, argumentando que todas cumplen una función en la naturaleza. Sin embargo, Olivares aclara que el problema surge cuando una planta se introduce en un ecosistema distinto al suyo y altera el equilibrio natural. “El peligro de las invasoras aparece cuando desplazan a las especies autóctonas o modifican el entorno”, señala el especialista. Por eso, sugiere optar siempre por plantas locales, que no solo se adaptan mejor al entorno, sino que también resultan más amigables con la fauna del lugar.
Hay numerosas especies invasoras que han logrado adaptarse muy bien a los jardines, aunque a veces a costa de otras plantas. Un ejemplo claro es el bambú (Bambusa vulgaris), que aunque puede parecer una opción atractiva por su apariencia exótica, se propaga de manera subterránea con gran rapidez. Sus raíces ocupan espacio y nutrientes que otras plantas no pueden aprovechar. Lo mismo ocurre con la caña común, otro vegetal de crecimiento agresivo.
Otras especies que pueden suponer un riesgo para el equilibrio del jardín son la madreselva asiática (Lonicera japonica), el cardo mariano (Silybum marianum) y muchas suculentas como el ágave o la pita, pertenecientes a la familia Agave. Aunque visualmente llamativas, estas plantas pueden volverse dominantes si no se controlan adecuadamente.
¿Cómo evitar conflictos vegetales en el jardín?
Según Olivares, lo primero que debe considerarse es el tipo de suelo donde se cultivarán las plantas. Algunas especies tienen una reproducción muy fácil, especialmente por semillas, lo que puede provocar que se apoderen del espacio sin intervención humana. También es crucial evaluar cuánta luz solar recibe cada zona del jardín. Plantar una especie que crece rápidamente al lado de otra más delicada puede hacer que esta última no reciba la luz suficiente para sobrevivir.
El riego es otro aspecto determinante. Una planta que necesita mucha agua no debe compartir espacio con otra que requiere poca, ya que los cuidados incompatibles pueden perjudicar a una o ambas. En este punto, es fundamental diseñar con inteligencia la distribución de las plantas, agrupando las que comparten necesidades similares.
Control ecológico de malas hierbas
Las malas hierbas también forman parte de la competencia entre plantas, y controlarlas sin recurrir a químicos es una prioridad para muchos jardineros conscientes. Una de las estrategias más efectivas es el uso de mallas antihierbas o mulching, que limita la aparición de maleza al impedir la entrada de luz al suelo. Olivares destaca que estas soluciones ecológicas son altamente efectivas y respetuosas con el medio ambiente.
Incompatibilidades en el huerto
En el huerto, los conflictos entre especies pueden ser más evidentes. Algunas combinaciones simplemente no funcionan. Por ejemplo, no es recomendable plantar tomates junto a patatas, ya que comparten enfermedades comunes y pueden atraerse mutuamente plagas. Del mismo modo, las fresas no deben crecer cerca de las coliflores, y las cebollas no son buenas vecinas de los guisantes.
Estas relaciones negativas también pueden darse por la forma en que cada planta utiliza los recursos. Algunas necesitan más luz, agua o espacio, lo que puede afectar el crecimiento de otras si se cultivan en conjunto. Sin embargo, también hay asociaciones beneficiosas: flores como las rudbeckias, lavandas o los claveles de moro no solo aportan belleza, sino que además atraen insectos polinizadores y repelen plagas.
Ejemplos concretos en el jardín ornamental
En los jardines ornamentales también hay combinaciones que no conviene realizar. Por ejemplo, la menta y el perejil no deben plantarse juntos. La menta es muy invasiva y puede ahogar fácilmente al perejil. En cuanto a los ajos, se desaconseja plantarlos cerca de rosales, ya que pueden inhibir su desarrollo.
Una interacción especialmente negativa se da entre tulipanes y lirios. Ambos tienen bulbos que producen toxinas que pueden afectarse mutuamente. También es importante considerar la ubicación de especies arbóreas como el pino (Pinus sylvestris). Esta conífera proyecta una sombra densa y constante que limita el desarrollo de plantas que necesiten luz directa.
Precauciones en jardineras y macetas
No solo en jardines amplios hay que tener cuidado. En jardineras, balcones o macetas grandes, también puede haber conflictos entre plantas. Diego Olivares recuerda que las raíces de algunos arbustos pueden expandirse demasiado, incluso en espacios limitados. Cultivar dos plantas de gran tamaño en un contenedor pequeño puede resultar en una competencia insostenible por el agua y los nutrientes.
En el caso de hierbas aromáticas como el romero y la salvia, no es buena idea colocarlas muy juntas. Aunque ambas tienen usos culinarios y medicinales, su proximidad puede afectar el desarrollo de una de ellas si comparten espacio limitado.
Terrarios
Un buen ejemplo de planificación vegetal se encuentra en los terrarios. En estos pequeños ecosistemas, cada especie debe elegirse con sumo cuidado, considerando tanto las necesidades de riego como el ritmo de crecimiento. Si una planta crece demasiado rápido, puede invadir todo el espacio disponible y sofocar al resto.
En los terrarios cerrados, donde se acumula más humedad, es recomendable optar por especies que se adapten bien a esas condiciones. Algunas de las más adecuadas son las begonias, bromeliáceas, orquídeas, potos, ficus, dracaenas, helechos y líquenes. Todas estas especies suelen coexistir sin problema si se colocan adecuadamente.
Aunque hablar de incompatibilidades puede parecer alarmante, Olivares nos tranquiliza: “En la mayoría de los casos, las plantas no desarrollan interacciones dañinas directas entre sí. La naturaleza tiende al equilibrio”. Lo importante, afirma, es observar y planificar con antelación.
En espacios interiores, conviene evitar que una planta de hojas grandes tape a otra que necesite mucha luz. En exteriores, el diseño paisajístico debe contemplar el crecimiento futuro de cada planta, tanto en altura como en densidad. Una elección botánica bien pensada permitirá que disfrutemos de un jardín o huerto saludable, equilibrado y lleno de vida.