Trujillo: uno de los pueblos más bonitos de España
Situada a solo 45 kilómetros de Cáceres, Trujillo es una joya del patrimonio español que combina historia, arte, tradición y una atmósfera llena de autenticidad. Su riqueza monumental y su pasado ligado a las grandes gestas de los conquistadores la convierten en uno de los destinos más fascinantes de Extremadura. Este pueblo no solo destaca por su belleza, sino también por ser cuna de figuras históricas que dejaron huella en América, como Francisco Pizarro, el conquistador de Perú. Cada rincón de Trujillo cuenta una historia, desde su imponente castillo hasta sus palacios renacentistas, pasando por su emblemática Plaza Mayor, considerada una de las más hermosas del país.
La historia de Trujillo cambió para siempre en 1478, año en que nació Francisco Pizarro. Su figura, junto con la de otros trujillenses que participaron en la conquista del Nuevo Mundo, transformó el destino de la ciudad. Durante el siglo XVI, muchos habitantes partieron hacia América en busca de fortuna, y gracias a ellos Trujillo se llenó de espléndidos palacios y templos que aún hoy son testimonio de aquel esplendor. Este legado, unido a su gastronomía y al encanto de su entorno natural, hace de Trujillo una escapada perfecta para quienes buscan disfrutar de historia, belleza y tranquilidad.
La Plaza Mayor
Todas las calles empedradas del casco antiguo conducen al alma de la ciudad: la Plaza Mayor. Considerada una de las más bellas de España, esta plaza resume la grandeza y el espíritu de Trujillo. En sus orígenes fue un arrabal y un barrio de mercaderes y judíos, además de escenario de ferias, justas y celebraciones populares. A mediados del siglo XVI, el Renacimiento transformó por completo su fisonomía. Fue entonces cuando comenzaron a levantarse los grandes palacios que hoy la rodean, dotándola de un carácter señorial.
Uno de los edificios más imponentes que dominan la plaza es la iglesia de San Martín, con su torre y su reloj que marca el pulso de la ciudad. A sus pies se alza la majestuosa estatua ecuestre de Francisco Pizarro, una obra en bronce del escultor estadounidense Charles Rumsey. Esta imagen, símbolo de Trujillo, rinde homenaje al hijo más célebre de la ciudad y se ha convertido en uno de los monumentos más fotografiados de Extremadura.
A su alrededor se despliegan algunos de los palacios más notables, como el de los Duques de San Carlos, el de los Marqueses de Piedras Albas o el del Marqués de la Conquista, mandado construir por Hernando Pizarro, hermano del conquistador. Este último es una joya del estilo plateresco, con un balcón esquinado decorado con relieves y el escudo imperial de Carlos I, que el emperador permitió incorporar en 1537. También merecen mención el palacio de los Chaves-Orellana y la Casa de las Cadenas, ejemplos del esplendor renacentista que caracteriza a la ciudad.
La vida en la plaza no se detiene nunca. Sus terrazas y cafés reúnen tanto a los vecinos como a los visitantes, que disfrutan del ambiente y de las vistas. En los alrededores abundan las tiendas de productos locales, artesanías y especialidades gastronómicas, como embutidos ibéricos, quesos y dulces tradicionales.
El Castillo
Al llegar a Trujillo, el visitante distingue desde lejos la silueta del castillo coronando la colina. Esta fortaleza, construida por los árabes durante el emirato omeya de Córdoba, se levantó sobre los restos de un antiguo campamento romano. Hoy es uno de los lugares más visitados y ofrece una panorámica espectacular de la comarca.
El castillo conserva su perímetro amurallado, con torres, almenas y cuatro puertas principales. Recorrer su camino de ronda permite apreciar la magnitud de la construcción y la belleza de los paisajes extremeños. En su interior, las antiguas dependencias árabes evocan siglos de historia. Curiosamente, esta fortaleza también alcanzó fama moderna al servir como escenario de rodaje para la serie Juego de Tronos, donde representó la ciudad de Desembarco del Rey durante la séptima temporada.
Museos y cultura
Trujillo no solo se admira, también se aprende. Para comprender su evolución es indispensable visitar el Centro de Interpretación de la Historia de la Ciudad, ubicado en la Torre del Alfiler. Este edificio, uno de los más característicos del casco histórico, ofrece un recorrido audiovisual y expositivo que explica la evolución urbana y cultural de Trujillo desde la Edad Media hasta la actualidad.
Otra parada obligada es el Museo de la Coria, gestionado por la Fundación Xavier de Salas, que se encuentra en el antiguo convento de San Francisco el Real. Este espacio cultural rinde homenaje a los vínculos entre Extremadura y América, albergando una valiosa colección de objetos, documentos y obras de arte que narran la epopeya de los conquistadores y su impacto en el Nuevo Mundo.
La Casa-Museo de Francisco Pizarro
Para quienes deseen profundizar en la vida del más célebre de los trujillenses, la Casa-Museo de Francisco Pizarro es una visita imprescindible. Situada en el casco antiguo, esta vivienda conserva elementos originales del siglo XV y ofrece un recorrido por la vida del conquistador de Perú. En su interior se exhiben objetos, reproducciones y documentos que ilustran tanto su trayectoria personal como los acontecimientos históricos de la conquista del Imperio inca.
La casa, restaurada y adaptada como museo, permite al visitante comprender el contexto histórico del siglo XVI y la importancia de los exploradores extremeños en la expansión del Imperio español.
Más allá de sus monumentos, Trujillo invita a perderse por sus calles estrechas, subir y bajar por sus cuestas adoquinadas y descubrir rincones llenos de historia. Cada esquina guarda un pedazo del pasado, desde antiguas casas señoriales hasta templos góticos y mudéjares como la iglesia de Santa María la Mayor, construida sobre los restos de una antigua mezquita.
La ciudad también sorprende por su entorno natural. Rodeada de dehesas, colinas y campos abiertos, Trujillo es un excelente punto de partida para explorar el paisaje extremeño y disfrutar de su gastronomía, basada en productos locales como el cordero, el aceite de oliva, los quesos y los vinos de la región.
Trujillo no es solo un destino turístico; es un viaje en el tiempo. Un lugar donde la historia de España y América se entrelaza entre piedras centenarias, plazas llenas de vida y el eco de los conquistadores que partieron desde aquí hacia el otro lado del océano. Quien la visita comprende enseguida por qué este pueblo, orgulloso y monumental, figura entre los más bonitos de España.



